Aurelie, vecina del pueblo, hizo de guía y nos facilitó un sabroso almuerzo, nos mostró casas señoriales y rincones íntimos y nos paseó por una huerta otoñal con vistas fantásticas.
Al final hasta tuvo prevista la posibilidad de lluvia y tenía preparado el porche de una ermita Loreto bajo el que iniciamos unas pinturas que, en teoría, quedaron como tarea para casa. Si es cierto las iremos colgando. De momento aquí estamos los que fuimos.
Los que fuimos y almorzamos (Pedro R.) |
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